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[027] ¿Por qué se pierden las elecciones al COAS?

Al hilo de recientes debates suscitados sobre ese tema en redes sociales, he podido leer la respuesta de un miembro de la Junta del COAS que expresaba que "las elecciones no se pierden (ni se ganan) gracias al voto por correo", y como daba cuatro razones "tirar piedras y esconder la mano", "no dar la cara", "no hablar claro" y "esperar hasta el último día" que a su juicio sí eran determinantes en el fracaso de un proceso electoral. Mi gran desacuerdo con ese razonamiento me suscita una contestación que deseo compartir aquí y que expongo a continuación.
Los factores por los que se pierden o se ganan elecciones son muchos. Cualquier postura determinista que establezca una causa exclusiva resultaría errónea, por lo que no puedo compartir esos cuatro motivos referidos a las causas por las que se pierden elecciones.
Quiero exponer de manera transparente y clara un factor que, sin ningún tipo de duda, tiene una fuerte influencia en el resultado de las elecciones del COAS, el actual sistema del voto por correo en nuestro Colegio. 
Lo explico:
Cuando la consecución del voto se basa en una estrategia organizada de recogida puerta a puerta del voto, que arranca sin solución de continuidad con el pistoletazo de salida de la entrega de papeletas a las candidaturas, teléfonos ardiendo, estableciendo rápidos recorridos y lugares de recogida para ser el primero en solicitarlo, puede conseguirse un ingente número de votos. Bien que sabe esto la Junta de Gobierno y le parece bien. Si no, de qué iba a haber esa reticencia a modificarlo haciéndolo más garantista para el votante.
Hasta aquí, todo lícito, aunque ilógico. Pero que no se nos olvide que con este sistema, la candidatura que obtendría más votos sería simplemente la más veloz y la más insistente con los colegiados de todas las que se presentasen.
Yo particularmente, me niego a convertir un periodo electoral que debe ser reflexivo en una competición deportiva y estratégica para la obtención física de los votos. No necesariamente la candidatura presurosa será la peor per se, también puede ser la mejor, pero la causa de su victoria no será ni su mensaje, ni cualquier otra virtud que pudiera tener, sino la ágil estrategia de captación rauda y veloz del sobre.
Prefiero escribir mis ideas públicamente y que se alaben o critiquen. Si algún día me presentase a algún cargo (ya lo hice), preferiré no solicitar estresadamente el voto a mi persona o el de aquella persona con la que simpatice, preferiré no hacer trayectos extenuantes preprogramados con tramos cronometrados. Escribir, pensar, debatir y discutir sobre un mensaje programático con sosiego es más interesante que lo anterior.
Así las cosas, peco de ingenuidad al pensar que el debate, la exigencia de claridad y las buenas formas me parezcan más importantes que la posibilidad de que gane uno u otro. Algunos compañeros, muchos de ellos amigos míos en Organos Colegiales, tendrán que engrasar en breve bicicleta o moto, actualizar agendas de relación de colegiados, preparar trayectos...
Sí, efectivamente, mucho trabajo para “esperar hasta el último día”.
Javier Silgado Rodríguez. Col. 4.392